Me gusta mirar con perspectiva los años cuando me toca cumplirlos, pero el dos mil veinte ha hecho tanto ruido que se merece algo especial.
He hecho un intensivo de vida y me ha horricantado.
He podido mirar a Manipulación y a Mentira a los ojos y les he dicho que ya no voy a entrar en su juego, ¡por fin! Curiosamente cuanto más ruido y mentira he visto fuera, más verdad y silencio he encontrado dentro.
He terminado de aprender la importancia y el significado del duelo y me he rebozado bien en él porque era necesario.
He disfrutado con los talleres, las sesiones fototerapéuticas y las sesiones fotográficas y he confirmado por quincuagésima vez que no existe la equivocación.
He aprendido la importancia que tienen los pies y a tocarlos y respetarlos.
He sabido reconocer con honestidad dónde y cómo quiero vivir y que el único futuro que me interesa es hoy.
He leído algunos tesoros, bailado mientras sonaba Taylor Swift, cavado y paleado, saltado en una cama elástica y sorteado las olas en una colchoneta.
He empezado mi plan de desconexión de las pantallas.
Se han forjado amistades, blindado otras y transformado algunas.
He honrado mi presencia haciéndome consciente de cosas que he evitado durante eones.
En este año he juntado el valor para mirarme como nunca antes lo había hecho.
Y he aprendido el significado real de muchas palabras como por ejemplo apocalíptico, que para mi es lo que mejor define el veinte veinte.
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