Una de los motivos por los que empecé a fotografiar fue porque sentía que la comunicación hablada y escrita no eran lo mío.
Con el tiempo descubriría que eso era una verdad a medias.
Aún así, hay algo en la fotografía que hace que yo me sienta como pez en el agua.
A través de ella se abren canales de comunicación infinitos.
El primero es el de fotógrafo con el sujeto u objeto a fotografiar.
Después, el de fotógrafo con la fotografía, con el resultado final.
Finalmente existe el canal entre el espectador y la imagen.
Para cada espectador se abre un canal distinto, por lo tanto, cuantos más espectadores más canales de comunicación.
Lo más fascinante es que todos ellos son únicos e intransferibles.
Creo que la veracidad de esos canales depende mucho de la comunicación interna del individuo.
De lo que nos decimos a nosotr@s mism@s con las palabras y los pensamientos.
No es que la comunicación no fuera lo mío.
Es que los canales no estaban limpios.
Un cuidado personal hace con que con el tiempo la comunicación sea más fluida, más real, más coherente.
Mírate. Ámate.
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