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Renacer


No es posible que nos hagamos conscientes de la luz si no vemos la oscuridad. Ni es posible la vida sin la muerte.


Recién estrenados los treinta y ocho siento que, estando mas viva que nunca, atravieso un proceso de muerte: de dejar atrás definitivamente aquellos patrones que ya no me sirven, aquella forma de pensar adquirida, aquellos sentimientos añejos. Es momento de dejar ir el dolor y el miedo. Es hora de dejar que los muros, las máscaras, desaparezcan para siempre. Es el momento de vivir desde la verdad.


Le debo mucho, muchísimo a todos mis comportamientos del pasado, me ayudaron a sobrevivir, pero siento que ya no les necesito más.


Lo que necesito, por fin, es vivir: sentir, reír, llorar, bailar, caminar, emocionarme con las tonalidades de la luz varías veces al día, sorprenderme de vivir rodeada de montañas, agradecer cada experiencia vivida, cada persona encontrada, tomar las riendas de mi creatividad y mis infinitas capacidades, hacerme consciente de mi belleza.


Necesito volver a ser yo. Más sensible porque estoy libre de capas, pero más fuerte por permitirme sentir. Necesito descubrir quién soy en situaciones de las que antes huía.


Me siento preparada para Ser.



Lista para renacer.


Es curioso que el momento en el que te permites salir ahí fuera sea también el momento en el que empiezas el camino de regreso a casa.



“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”

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